15 enero, 2024

Desafíos y oportunidades para la ganadería Argentina. Perspectivas para el 2024

Los criadores encaran el 2024 con un cambio trascendental de condiciones. Analizamos las dos variables clave que definen este nuevo escenario: un entorno climático más favorable y un marco institucional opuesto al del gobierno precedente. A partir de aquí es necesario hacer revisión de daños y planificar lo que pueden ser los próximos años en función de las señales que hoy tenemos disponibles.

Impacto de la sequía del 2023 y la llegada de El Niño

El año pasado se vio marcado por una sequía intensa que afectó gravemente los planteamientos pastoriles, reduciendo la producción de terneros a cielo abierto. La sequía de 2022 impactó negativamente en los índices de preñez, anticipando una merma estimada de entre 1 y 1,2 millones de terneros para la zafra 2024. A nivel nacional, este número puede no afectar drásticamente las cotizaciones de invernada, pero para los establecimientos en las áreas más afectadas, representa una significativa caída de ingresos.

Sin embargo, el panorama cambia con la llegada de El Niño y la perspectiva de un verano lluvioso. El pasto se convierte en una herramienta esencial que empoderará al productor. De la fase de liquidación climática en 2023, se proyecta una fase de retención más pronunciada. En 2024, las empresas con recursos económicos y pasto adecuado venderán gradualmente, adaptándose a la disponibilidad de forraje y las necesidades económicas y financieras.

Horizonte y apertura ganadera

El segundo aspecto de mayor impacto estructural se relaciona con el cambio de gobierno y las nuevas reglas para la ganadería. La liberación del mercado ganadero implica la eliminación de intervenciones en la comercialización de ganado y carne, desde el mercado de Cañuelas hasta la exportación. Aunque quedan detalles pendientes, como la eliminación de derechos de exportación, la intención gubernamental es darle rienda suelta a la ganadería.

Un tipo de cambio competitivo, combinado con una política comercial activa, potenciará toda la cadena ganadera. Inicialmente, la tracción será a través de los precios, pero a medida que avance, se dirigirá hacia una coordinación orientada por la calidad. Este cambio positivo en las expectativas empresariales fortalecerá a los productores de terneros en las áreas de cría y recría. Con una mejora climática y una menor oferta de terneros durante los próximos dos años, cada kilogramo ganado adquiere mayor valor. Ante un horizonte de mayor previsibilidad, se abren oportunidades para inversiones en forrajes y genética.

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